viernes, 15 de junio de 2012

Escuela rural: realidades y cuestiones

"Los principios generales que configuran la pedagogía moderna han surgido fundamentalmente de la nueva composición de lugar que se le asigna al niño en la escuela. Al ser él el centro principal de actividad, todos los elementos educativos giran a su alrededor: la escuela, el ambiente de la clase, la actividad del maestro, los métodos de enseñanza”. Así definía uno de los principios de la pedagogía el principal teórico uruguayo de la educación primaria, maestro, periodista y mártir de la dictadura, Julio Castro.
Foto:Edward Braida



Mientras la amplia cuestión de la educación se va apoderando de la agenda política y va ganando espacio en la esfera de discusión pública, la escuela rural sigue manteniendo viejos problemas y discusiones en torno a su funcionamiento como producto de una falta generalizada de políticas que atiendan su funcionar.

En el contexto de este tipo de escuela, tomando en cuenta lo citado en el primer párrafo, existe un tipo especial de alumno que es oriundo de los espacios ruarles y que posee características propias que lo diferencian  de los alumnos urbanos.

Sobre esta cuestión, La Semana dialogó con un caso reflejante de esta situación de la educación rural, Rosana Suárez.Esta maestra que dicta clases en la escuela 76 de Colonia Wilson, se trasladó alrededor de 600 kilómetros desde Artigas para encontrar una oportunidad laboral en la maestría, luego de 22 años de dedicación al alumnado rural.

HISTORIA QUE REFLEJA | “En las condiciones actuales el maestro que trabaja en los rancheríos sólo puede ver desfilar ante sí la miseria, sin poder realizar, aunque quisiera hacerlo, todo el bien social que en otra organización escolar podría llevar a cabo; y conformarse con dar, como en todas partes, una enseñanza intelectualista, indiferente al medio, que para poco más sirve que para señalar las contradicciones entre lo que el niño ve y oye en el salón de clase y lo que experimenta y vive una vez salido de él”. Así describió, elocuente y acertadamente, Julio castro la situación de los maestros en el medio rural, hace ya 72 años en su publicación de El analfabetismo.

Como reflejo de esta situación, Rosana Suárez contó a La Semana que luego de su graduación del Instituto de Formación Docente de Artigas, logró ingresar como maestra en la escuela 49 de Puntas de Catalán Chico, Artigas.

“Llegue en un ómnibus y estaba el caballo esperándome con el comestible de la escuela. Todo para llevar”, cuenta la maestra describiendo su primer día en el lugar, a la cual concurrían cinco niños de la misma familia. Suárez afirmó que “se debe trabajar mucho, tener mucha dedicación porque son escuelas muy lejanas, muy difíciles de llegar”, explicó.

“Trabajé tres años como unidocente, uno para todo, una para dar clase, para cocinar, para limpiar. Tenía que vivir en la escuela toda la semana”, continuó.

Por otra parte, el alumnado de la escuela rural debe también tener que hacer grandes esfuerzos para llevar adelante su formación. Según narraba la maestra entrevistada, algunos alumnos debían recorrer hasta 20 kilómetros para llegar a la escuela, obligándola, en alguna ocasión, a dejarlos dormir en el local escolar para evitar el largo viaje.

Estos alumnos más “maduros”, según afirmó Suárez, están ligados desde pequeños a las actividades productivas y a aquellas que les permitan “mantenerse”.En este punto, la docente contó a La Semana que durante la temporada de esquila, varios de los alumnos faltaban para ayudar en sus respectivos hogares con los trabajos que la actividad demandaba.

DILEMAS| Ante estas características del entorno de la educación primaria en el ámbito rural, que por cierto no parece variar en demasía con lo que planteaba Julio Castro en el siglo anterior, el cuestionamiento que surge es si el programa educativo actual realmente responde a este alumno, “centro principal de actividad” como lo definíamos anteriormente, que necesita de ciertas herramientas para desenvolverse en dicho ámbito.

En lo declarado por Suárez a La Semana, el actual plan de estudios surgido de la Ley General de Educación en 2008, en conjunto a las facultades del Plan Ceibal, contribuyen a una mejor formación de alumno, “igual a la de las zonas urbanas”, otorgándole mayores oportunidades de seguir su formación en estudios secundarios. 

Dicho plan, que promueve una formación uniforme para zonas rurales y urbanas, surge en oposición al vigente en años anteriores donde se establecía una educación específica para docentes, programas y líneas de acción del medio rural.

De este modo parece haberse incluido socialmente a esta población rural casi marginal por medio de un plan educativo universal. A pesar de esto, y dado el caso de la maestra antes mencionada, cabe cuestionarse si la aplicación de este plan realmente funciona o simplemente crea una isla urbana en las zonas rurales, ya que, como decía el ya citado Julio Castro en el Congreso de Maestros Rurales en 1949, “ese carácter de condicional que tiene la educación nos lleva a reconocer que allí donde las condiciones varíen, tendrán que variar también las formas de la educación. Si dos grupos humanos se encuentran en distinto medio natural y tienen distinto grado de desarrollo, es lógico que sus diferencias incidan en los modos de expresarse el hecho educacional”.

Por Edward Braida

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